Como ya hemos comentado muchas veces, la identidad corporativa de una marca o un producto hace referencia a sus aspectos visuales: es su manifestación física. Así, dicha identidad incluye la elección de colores específicos, logotipos, una tipografía concreta, o el packaging. Sí, sí, claro, el packaging también.
Y es que, precisamente, el packaging es una de las principales herramientas, junto con el logo, con las que se construye esa identidad. Porque, claro, es que es una de las primeras cosas nuestras que el consumidor ve, y eso, hay que aprovecharlo para causar una buena impresión.
Dicho esto, la función final del embalaje no es impresionar, sino preservar los productos, mantenerlos en buenas condiciones de higiene, evitar que se estropeen durante el transporte, etc. Pero si eso, además de hacerse bien se puede hacer bonito, ¿qué más se puede pedir?
Vemos una serie de puntos que, sí o sí, debe cumplir un buen packaging para llevarse el gato al agua:
- Su imagen ha de ser coherente con lo que creemos que nuestro cliente potencial o público objetivo quiere y/o necesita. Para lo cual tenemos que conocerlo muy muy bien. Y, ¿eso cómo lo hacemos? Pues una forma interesante es construyendo buyer personas.
- Los colores, la tipografía, los materiales e incluso la forma del propio embalaje tienen, asimismo, que estar en consonancia con el tipo de producto que vendemos y con la misión y la visión de nuestra marca. Vamos, que esto no es nuevo: el branding y la misión y visión de nuestra marca, de la manita, siempre.
- Ni que decir tiene que si el producto es peligroso o puede provocar daños en el medio ambiente, tiene que ir debidamente embalado y marcado.
- Y bueno, aparte de todo esto, cuánto más atractivo/original/destacable sea un embalaje, más fácil lo tendremos para destacar como marca, ¿no?
Como ya recalcamos anteriormente, la finalidad principal del packaging de un producto es protegerlo. Y no sólo durante el traslado desde el lugar de producción hasta el de venta, sino, también, de posibles daños mientras son colocados o están expuestos en los establecimientos de venta.
Hay dos tipos de embalajes: el que se usa para el transporte y el que se usa para la venta. Y, claro está, para cualquiera de los dos casos vale la premisa de que “lo bueno, si bonito, dos veces bueno”. Ya sabemos que no iba así, pero, ¿es que no acaso no es cierto?
Total, que:
- Un buen packaging hace que tu producto llegue a su destino sin sufrir daños ni comprometer la seguridad de las personas ni del medioambiente.
- El look de tu embalaje puede ser lo que determine si tu cliente se queda contigo o con la competencia. Pero no se trata sólo de que tu envase sea bonito, sino de que sea atractivo para el público al que tú quieres atraer.
- Juega también un papel fundamental en la presentación de información acerca de tu producto, una información a todas luces necesaria para la decisión de compra por parte del cliente potencial.
- Un buen branding primero y un buen packaging después hacen que una marca pueda ser distinguida a primera vista.
Está clarísimo, ¿no? Y oye, que si no lo terminas de ver, nunca está de más contar con el asesoramiento de una agencia.
FUENTE: https://maldon.es/blog/importancia-packaging-decision-compra/